Si bien nunca tuvo un cargo relevante y no es enseñado ni recordado en los establecimientos educativos, es necesario hacer un párrafo aparte para el que fue, sin duda uno de los máximos ideólogos del radicalismo. Es recordado, sin embargo, por todos los radicales yrigoyenistas como una persona de pensamientos intensos y grandes valores. Es por eso, que siento la necesidad, de hacer un párrafo aparte para recordar un poco a un gran argentino, que por esas cosas de la historia, que no es de ninguna manera una ciencia exacta, no es vindicado por las grandes masas. Son las cosas que tiene la historia, pero éstos hombres o sucesos olvidados, que valen la pena volver a redescubrirlos son los que mas apasionan a los hombres y mujeres que nos vemos atrapados por los acontecimientos pasados.
Moisés Lebensohn, nació un 12 de agosto de 1907 en la ciudad de Bahía Blanca, hijo de inmigrantes judíos. Se recibió de abogado pero siempre tuvo una gran simpatía por el periodismo, creando, apenas consigue su título de abogacía, el diario “Democracia” en Junín. Comenzó su militancia política en el Socialismo, pero poco después se afilió al radicalismo de Yrigoyen. Murió joven, a la edad de 45 años, luego de haber sido encarcelado más de 1 año por cuestiones políticas en el gobierno peronista. ¿Cómo habría sido la vida del partido si esta persona ilustre no hubiera desaparecido físicamente de las filas del radicalismo, perdiendo así a un gran luchador por la igualdad de clases, reivindicador del yrigoyenismo y partidario de reformas políticas y sociales extremas? Nunca lo sabremos.
Fue Nacional Constituyente. Fue allí donde demostró con todas sus fuerzas su oposición a las medidas de corte totalitarias del gobierno peronista, pero validando y apoyando las que tenían una orientación social. Lebensohn hace referencia al totalitarismo de Perón cuando, en Asamblea Nacional Constituyente, un peronista le pide que explique el 17 de Octubre. Ante esto, Moisés responde:
“Se lo diré señor convencional. La repetición de frases estereotipadas en el cine, la radio, la prensa, la escuela, el cuartel, el sindicato dirigido, la reiteración de estados conmocionales provocados con artificiosa habilidad, permitió a las dictaduras eurpeas crear el clima de sugestión que hipnotizó a inmensas muchedumbres. ¿Qué de extraño tiene, pues, el éxito de esas mismas técnicas en nuestra tierra, si la regulación de las libertades públicas impidió contraponerles el conocimiento de los hechos y las ideas que posibilitaran el libre juicio de la soberanía”.
Lebensohn escribiría también sobre el gobierno de Perón “Se intenta un sinuoso planteo: o vieja política o fascismo seudo revolucionario. Pero no es así: queremos una democracia con sentido humano”
A pesar de sus diferencias con el peronismo, Lebensohn entabló una amistad con Evita. A pesar de sus diferentes posturas ideológicas, compartían, de algún modo, el mismo ideario social. Era común verlos a la luz del día tomar un café en un bar de la calle Corrientes.
No voy a mencionar sobre Lebensohn la creación del ideario en
Indudablemente es una persona a la que deberíamos recordar, por sus ideas, su intransigencia, su amor por la democracia y por la igualdad. No creía en la lucha de clases, creía en la “causa del género humano”, como San Martín había expresado y como Yrigoyen reivindicó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario